Continuación del punto 1 del post: “Verdades, mentiras y absurdidades (I)”
Entre las actividades humanas, se pueden distinguir unas donde el fin son las mismas actividades y otras cuyo objetivo consiste en actuar sobre las cosas de la Naturaleza para aplicarlas a la satisfacción de las necesidades humanas.
Las primeras suelen recibir las calificaciones de “aficiones”, “actividades de ocio”, etc., mientras que las segundas se denominan de manera genérica “trabajo”. Conviene aclarar que no suele ser el tipo de actividad el que las diferencia, sino la actitud de la persona ante ellas. Tomemos el ejemplo de un pescador de caña: si pesca por el gusto de luchar contra el pez y una vez vencido y en su poder lo devuelve al agua, estamos en el primer caso: se trata de una genuina afición o actividad de ocio donde la finalidad se agota en ella misma. Si, por el contrario, guarda los pescados para la cena o para venderlos en el mercado, nos encontramos ante el segundo caso: lo que hace es un trabajo, porque el fin de la actividad, consistente en obtener un dinero o satisfacer la necesidad de alimentarse, se encuentra fuera de la propia actividad. Lo cual no impide, de ninguna manera, que el segundo pescador disfrute de la pesca tanto o más que el primero.
En las líneas que siguen, se entiende por “trabajo” la actividad de las personas que consiste en actuar sobre las cosas de la Naturaleza para aplicarlas a la satisfacción de las necesidades humanas.
Cómo que el objetivo del trabajo es satisfacer las necesidad humanas y estas son prácticamente infinitas(*), es evidente que no es trabajo precisamente lo que les puede faltar a las personas: siempre quedarán aspiraciones que no podrán ser atendidas, porque la limitada capacidad de hacer, es decir, de trabajar, no permite alcanzarlas.
Las necesidades humanas son infinitamente variadas. Si cada sujeto tratara de atenderlas, todas ellas, directamente con su trabajo, es decir, si cada individuo tratara de cultivar el trigo, molerlo, amasar la harina, cocer al horno el pan que se tiene que comer, e hiciera lo mismo con los zapatos que se tiene que poner, y con la ropa, etc., el resultado sería realmente desastroso: a duras penas alcanzaría a atender unas pocas de las necesidades más elementales.
En el desarrollado y complejo mundo económico actual, cada uno se dedica a trabajar en una cosa: el labrador cultiva el trigo, el molinero lo convierte en harina, el panadero amasa la harina y cuece el pan, y el resto de los ciudadanos la única cosa que tiene que hacer es ir al horno y llevárselo a casa a punto de comer. Y lo mismo ocurre con el resto de cosas: los zapatos, la ropa, los libros, la diversión, ya sea en forma de cine, teatro, baile, etc. Y se hace así porque el rendimiento es mucho mayor, si cada uno se dedica a una sola cosa, que si todos tratan de hacer todo.
¿Cómo se consigue, haciendo una sola cosa, atender unas necesidades que requieren productos y servicios infinitamente diferentes? Intercambiando, la única cosa que hacemos, por la multitud de productos y servicios que elaboran otros.
Utilizando un símil, se puede decir que todo el mundo aporta el resultado de su trabajo a una especie de gran almacén, donde le dan a cambio unos bonos (el dinero), que cambia por la infinita variedad resultado del trabajo del resto de los componentes del sistema económico. Y así se cierra el círculo.
Pero la complejidad del sistema económico no debe hacer que se pierda de vista la cuestión esencial: la única razón de ser de la actividad humana calificada de económica, el origen del “trabajo”, es atender las múltiples necesidades que todos los humanos tenemos, mediante la producción y el posterior consumo de bienes y servicios de todo tipo.
Dicho de otro modo: en las necesidades humanas se encuentra el origen del trabajo, y cuando se trabaja se accede a los medios que permiten satisfacer las mencionadas necesidades.
*) Maslow agrupa las diferentes necesidades que tiene que cubrir todo el mundo en la denominada “Pirámide de Maslow”, que se puede resumir en los tres escalones o niveles siguientes:
- Necesidades básicas (fisiológicas y de seguridad);
- Necesidades de emulación (adopción de los signos que identifican con los grupos a los que se pertenece como seres sociales);
- Necesidades del Yo (acceso a satisfacciones individuales, íntimas y personales.
Según Maslow, a medida que la persona consigue controlar las necesidades básicas, van apareciendo las necesidades de orden superior.
Ver “Pirámide de Maslow” en cualquier tratado o en INTERNET, por ejemplo: http://www.elblogsalmon.com/conceptos-de-economia/que-es-la-piramide-de-maslow.
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